Y vuelvo, de nuevo a tu cabeza, y grito ahogandome en la pena de no saber decidir.
Me escapo, del mundo, y me escondo, allá donde solo quedamos ese licor que me hace enloquecer y yo.
Entonces, es cuando canto a las nubes borracha, esperando encontrar la honesta solución, que no devore mis entrañas y, por más que busco no la veo, no se aclara este humo, y a consecuencia, me ciego por la humarada, y por el alcohol que rascan ya mi alma...
Reflexiono, me tumbo en la hierba, y pienso, que tal vez hubiese sido mejor no haber existido, o no haber salido de allí..
Me vuelvo a encerrar, me vuelvo, a dejar llevar por los acordes, por la guitarra y por el cantar, por la música del nadie, del nunca, y del jamas.
Me doy cuenta de ello, e intento salir, de los gritos, de los llantos, de los golpes y de la valentia de escapar, pero que covarde soy que no lo digo que cobarde soy que no lo admito, no lo admito no, no lo admito, pero que cobarde soy...